La boda de Jaime y Mercedes en la Iglesia de San Felipe y celebración en el Restaurante Gayarre ha sido una de las que mas he disfrutado haciendo mi trabajo.
Los novios se conocian desde pequeños y como vereis son majos, guapetones y expresivos. Complicidad absoluta.
El día de la boda lo planificamos con mimo y el tiempo nos dio una maravillosa mañana de Octubre. La mejor iluminación.
Una de las ventajas de ser el fotógrafo de una familia y de un grupo de familias es que cuando tienes que reflejar y capturar los principales momentos eres como uno mas de la familia, sin que ninguno de los protagonistas se prive de salir en la foto. Además de ese cálido sentimiento está la complicidad con todos. Una dulce sensación.
En esta boda vivimos momentos de emociones contenidas, sentimientos mezclados con los nervios que nos hacen llorar de felicidad, sentimientos que capté con mi cámara y que por respeto a los protagonistas dejo a su criterio el mostrarlos al público. La labor del fotógrafo es capturar esos sentimientos y esos recuerdos, la segunda obligación es la discrección y el exquisito respeto ya que no solo te abren las puertas de sus casas, tambien de sus sentimientos.
Han sido tantos los instantes preciosos que compartimos que he decidido solo mostrar algunas fotografías de la boda en la Iglesia de San Felipe, en las casas de los novios y unas poquitas de los recién casados en el Restaurante Gayarre. Las fotos de la fiesta, tremendamente animada, con sus brindis, regalos y emociones lo dejamos para otro post. La fiesta no terminó con el baile, preparamos un divertido Photocall con artículos de broma donde se dieron diferentes expresiones artísticas de la juerga.
Quiero agradecer a Jaime y Mercedes, a sus familias e invitados el afecto que sentimos en todo momento. ¡Así da gusto trabajar!